EL PECADO CELESTIAL Y TERRENAL
El
pecado es la transgresión de los preceptos establecidos por Dios; el pecado surgió en el cielo con la rebelión de
Lucifer y los ángeles que se pusieron a
favor de este; este acontecimiento probablemente surgió poco después de la
creación del hombre en la tierra ya que Lucifer o Satanás fue lanzado
juntamente con sus seguidores a la tierra y en donde hizo que el hombre
transgrediera los preceptos establecidos en la tierra. En el siguiente estudio
se presentan los comienzos del pecado celestial y terrenal.
Los Comienzos del Pecado Celestial
El pecado nació en aquel que, después de
Cristo, había sido el más honrado por Dios y el más exaltado en honor y en
gloria entre los habitantes del cielo. Antes de su caída, Lucifer era el
primero de los querubines que cubrían el propiciatorio santo y sin mácula.
Satanás
cayó por su orgullo. Él deseaba ser Dios, no un siervo de Dios. Nótense las
muchas declaraciones referentes al “yo” que se mencionan en Isaías 14:12-15. Ezequiel 28:12-15 describe a Satanás como un
ángel increíblemente bello. Parece ser que Satanás era el más alto de los
ángeles, la más hermosa de todas las creaciones de Dios, pero él no estuvo
contento con su posición. En lugar de ello, Satanás deseaba ser Dios, para
esencialmente “quitar a Dios de Su trono” y tomar el control del universo.
Satanás
quería ser Dios, y resulta muy interesante ver que fue precisamente eso, con lo
que Satanás tentó a Adán y Eva en el jardín del Edén (Génesis 3:1-5). ¿Cómo cayó Satanás del
cielo? En realidad, una caída no es una descripción exacta. Sería mucho más
preciso decir que Dios echó a Satanás fuera del Cielo (Isaías 14:15; Ezequiel 28:16-17).
Rebelión dirigida por
Satanás Apocalipsis 12:7-9
¡Guerra
en el cielo! Toda la paz y la armonía desaparecieron. Ciertamente tuvo que ser
muy desagradable. Si Dios hubiera permitido que Satanás y los ángeles que
simpatizaban con él continuaran su rebelión, no habría sido posible la paz otra
vez, no sólo en el cielo, sino en todo el universo. En estas condiciones Dios
pudo haber eliminado a Satanás y a los ángeles que le apoyaron, en un momento.
Si hubiera hecho esto, el resto de ángeles y habitantes de otros planetas
hubieran servido y obedecido por miedo, hubieran temido por su vida si no
obedecían. Dios quiere nuestra obediencia y cooperación porque le amamos.
Por
esta razón permitió que el pecado corriera su curso, y demostrar al universo
las consecuencias de la rebelión y desobediencia, y de la misma manera
demostrar el carácter inmutable de Dios y su naturaleza de amor.
La caída de Satanás del
cielo
Lucifer
era el nombre de Satanás antes de que se revelara. Poco a poco comenzó a tener
deseos de grandeza.
A
pesar de que toda su gloria la recibía de Dios, este poderoso ángel comenzó a
darse crédito a sí mismo por ello. No contento con su posición, siendo
probablemente el más alto en todo el cielo, después de Dios, pronto comenzó
desear que se le rindiera homenaje, que sólo le corresponde al creador. El alto
honor que Dios le había conferido ya no fue apreciado. Empezó a gloriarse por
su brillo y belleza, y aspiró a ser tan importante como Dios mismo.
Lucifer
fue tan audaz que retó al mismo gobierno de Dios, haciendo acusaciones sobre el
carácter y los motivos de Dios. En efecto, estaba planeando tomar posesión de
las riendas del universo, y usurpar los poderes del Dios todo poderoso.
La
caída de Satanás del cielo está descrita en Isaías 14:12-14 y Ezequiel 28:12-18. Mientras que estos dos
pasajes se refieren específicamente al rey de Babilonia y al rey de Tiro, ellos
también se refieren al poder espiritual que estaba detrás de esos reyes –
Satanás. Respecto a cuándo fue la caída de Satanás, estos pasajes describen por
qué cayó, pero no dicen específicamente cuándo ocurrió esa caída. Lo que sí
sabemos es esto: Los ángeles fueron creados antes que la tierra (Job 38:4-7). Satanás cayó antes de
tentar a Adán y Eva en el jardín del Edén (Génesis 3:1-14). Por lo tanto, la caída de
Satanás debió haber ocurrido en algún tiempo después de que los ángeles fueron
creados y antes de que él tentara a Adán y Eva en el Edén. Ya fuera que la
caída de Satanás ocurriera pocos minutos, horas o días antes de que tentara a
Adán y Eva en el jardín, la Escritura no lo dice específicamente.
El
libro de Job nos dice que al menos por un tiempo, Satanás aún tenía acceso al
Cielo y al trono de Dios. “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los
hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás:
¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo; De rodear la tierra y de
andar por ella.” (Job1:6-7). Aparentemente en ese tiempo, Satanás
aún se movía libremente entre el cielo y la tierra, hablando directamente con
Dios y respondiendo por sus actividades. Se desconoce en qué momento Dios
suspendió este acceso.
Los Comienzos del
Pecado Terrenal
Satanás Después de ser
expulsado del cielo, Génesis 3:1, 6
Después
de esto, ya no podía seguir su rebelión en el cielo, y en el odio que sentía
contra de Dios, buscó un nuevo campo de operaciones para conseguir la ruina de
la raza humana. Dios creyó oportuno poner una prohibición a Adán y Eva, como
una prueba de su lealtad y obediencia.
Satán
esperó a tener una oportunidad para plantar en sus mentes semillas de dudas
acerca del creador. Satán no había hecho nada a favor de su bienestar y
felicidad, mientras Dios les había dado todo lo que era bueno para comer, y
agradable de mirar. Adán y Eva escogieron creer las palabras de la serpiente,
en vez de la voz del Creador.
Todo
en el ambiente era bello y abundante; en medio de la abundancia comenzaron a
pensar que Dios se reservaba algo que no quería compartir. En la historia de
cómo Adán y Eva fueron seducidos para cambiar su lealtad de su Creador y
pasarla al lado del enemigo, algunos de los métodos de Satanás son desenmascarados.
Él
nunca trabaja abiertamente, usó una serpiente para engañar a Eva, y a través de
ella alcanzó a Adán. La ansiedad y el trabajo iban a ser su nuevo estado. Ahora
van a experimentar desengaños, penas, tristezas, y finalmente la muerte.
El
relato del origen del pecado en el mundo se encuentra en Génesis 3.1–8. Antes
de que el pecado entrara en el mundo el hombre era puro y santo, vivía una vida
muy feliz y estaba contento con todo. Él llevaba la imagen de su Creador; no
sabía nada de la culpa ni de la muerte. El hombre estaba libre de toda
condenación y gozaba de comunión con Dios. Pero después que Satanás engañó a
Eva apareció entonces la primera transgresión del hombre, como dice en Romanos
5.12: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron”.
La
naturaleza del hombre fue cambiada. En vez de ser “bueno en gran manera”
(Génesis 1.31) como lo hizo Dios, ahora Dios tuvo que decir del hombre: “Todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23).
El pecado en el Hombre
Adán es,
asimismo, el arquetipo de todos los pecadores. Lo es por los móviles que lo
llevaron a pecar, por su conducta en condición de pecador y también por la
imposibilidad de hallar una solución después de la caída.
El
pensamiento decisivo de transgredir un límite dado por Dios está contenido en
la tentación: “[...] seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal" (Gn.
3:5). No querer tener a un Dios por encima de uno, sino ser uno mismo (un)
Dios, no respetar más los mandamientos de Dios, sino hacer lo que apetece la
propia voluntad y lo que se tiene ganas, son móviles de conductas pecaminosas.
La
pecaminosidad de todos los hombres es presentada en el Génesis con un
crecimiento vertiginoso de los pecados en el género humano: Caín, contrariando
el consejo y la exhortación de Dios, se levanta contra su hermano y lo mata
(Gn. 4:6-8). Más y más van aumentando con el paso del tiempo los pecados de los
hombres, clamando al cielo, y Dios responde a ello con el diluvio (Gn. 6:5-7 y
17). Incluso después de ese juicio divino, la humanidad sigue en desobediencia
y osadía frente a su Creador. A modo de ejemplo, la Biblia informa sobre las
maquinaciones de quienes construyeron la torre de Babel (Gn. 11:1-8), a los que
Dios hizo fracasar en su ambición desmedida.
El Apóstol
Pablo escribe sobre este fenómeno de la pecaminosidad de todos los hombres
después de la caída en el pecado y de la muerte espiritual que resultó de ella:
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron"
(Ro. 5:12).
La caída en
el pecado trajo aparejados cambios en la vida de los hombres, cambios que ellos
no pueden volver atrás. El miedo los distancia de su Creador, cuya proximidad
ya no buscan, sino que se quieren esconder de Él (Gn. 3:8-10). Esto también
trae perjuicios en la relación de los hombres entre sí (Gn. 3:12), así como en
la relación de los hombres con la creación. A partir de ese momento el hombre
conserva la vida penosamente, y al final quien fue tomado de la tierra volverá
al polvo (Gn. 3:16-19).
El hombre ya
no puede regresar a la condición de no tener pecados.
El pecado de Adán y los
pecados nuestros
Ser
un pecador no depende de la clase o el tamaño de los pecados cometidos. Un
hombre roba una manzana y otro hombre roba mil dólares. Delante de Dios los dos
son culpables. No por robar una cosa grande o pequeña, sino
por robar. Cuando Dios nos dice una cosa y hacemos otra, lo que nos
aparta de Dios es el hecho que fuimos desobedientes. No nos engañemos, pues,
pensando que los pecados nuestros no son tan malos como los de otras personas.
Por tanto, aunque nuestro pecado parezca muy pequeño será suficiente para
apartarnos de nuestro Dios. El pecado de Adán y Eva cuando comieron del fruto
prohibido no parece importante en comparación con los pecados y crímenes graves
que se cometen en la actualidad. Sin embargo, su pecado bastó para separarlos
de Dios y traer sobre ellos y sobre su descendencia la condenación de muerte.
Un
solo pecado destruyó la pureza, perfección, santidad y la vida del hombre. Este
pecado no consistió solamente en extender la mano y tomar el fruto del árbol
prohibido; tomar el fruto fue sólo el resultado del hecho de dejar a Dios y
seguir a Satanás. El pecado, por lo tanto, fue la condición del alma
y no sólo la acción de la mano que cogió el fruto. El hombre perdió
su relación con Dios y por eso llegó a ser pecaminoso. Del pecado de Adán
recibimos la corrupción de la naturaleza humana, la mortalidad y la separación
de Dios. Esta condición se ha trasmitido de generación en generación y conduce
a cada persona al pecado propio. Solamente la sangre de Jesucristo puede quitar
esta mancha. (Lea Salmo 51.5; Hechos 17.26; Romanos 3.9–23; 5.12–19; 2
Corintios 5.14 y Efesios 2.3.)
Como
resultado de la caída del hombre, ¿qué reclama Satanás como suyo? Lucas 4:5,
6
El
mismo Dios había asignado a Adán el ser el gobernador de este mundo, y ser su
rey (Génesis 1:28). Tan pronto como Adán fue vencido, el dominio de este
planeta fue reclamado por el Engañador. Lea acerca del concilio que se hizo en
los cielos, donde Satanás reclamó el estar encargado de este mundo (Job 1:6-8).
Los hijos de Dios mencionados aquí debían ser los representantes de otros
mundos habitados. Adán también fue nombrado un hijo de Dios (Lucas 3:38). Si él
hubiera permanecido leal, sin duda hubiera representado a este planeta en los
concilios del cielo. Pero cuando dio su lealtad a Satanás, perdió su reinado.
Victoria Sobre el Pecado
La victoria está en Cristo Jesús. Él nos ha liberado
de la condenación de la ley porque Jesús cumplió la ley. El castigo por el
pecado ha sido pagado en su totalidad. Él también nos ha dado un nacimiento
espiritual. Nosotros hemos nacido espiritualmente. Ahora vivimos la vida
nueva en Cristo a través del poder de la presencia de la morada del Espíritu
Santo. "Si somos guiados por el Espíritu" "somos los hijos de
Dios" (8:14). Si nosotros no estamos viviendo por el Espíritu nosotros no
somos cristianos.
La mayor prueba de que somos verdaderos creyentes es
que estamos viviendo bajo el control del Espíritu Santo.
La Palabra de Dios nos da la promesa de la garantía
de la victoria final sobre el poder y la presencia del pecado en la vida del
cristiano. El inevitable triunfo vendrá a través de la gracia de Dios. Porque
Dios nos ha salvado de la pena del pecado, y nos salva del poder del pecado, Él
nos dará la victoria final sobre la presencia del pecado cuando Cristo regrese.
Lo que Pablo dice en romanos siete conduce
correctamente a romanos ocho. Ambos capítulos son retratos del cristiano
maduro ya que él pelea la guerra espiritual. Ningún cristiano está
completamente sin pecado. Nosotros todavía somos pecadores. El creyente nacido
de nuevo todavía tiene que contar con la carne. Sin embargo, nosotros estamos
seguros de nuestra victoria en Cristo. Nosotros recibiremos la perfecta
liberación de la presencia del pecado cuando Él nos presente completos en Él al
Padre. Se trata de una futura liberación cuando Él nos da nuestros cuerpos
resucitados glorificados (1 Cor. 15:50-58).
¡Dios me rescatará a través de Jesucristo! Hasta el
día de la liberación final, luchemos la buena pelea. El resultado final de la
guerra espiritual es seguro. Cristo tiene y triunfará y nosotros también, lo
haremos con Él.
Satanás, el pecado y la
muerte son finalmente eliminados
Satanás es atado por mil
años.
El
ángel que subyugará a Satanás es anónimo. No es Jesús mismo, ni tampoco Miguel o Gabriel, o algún otro ángel
de alto rango.
“La importancia final de Satanás es quizás
indicado en el hecho de que no es el Padre que lidia con él, tampoco es Cristo,
sino un ángel sin nombre.” (Morris)
Satanás
intento apresar a Jesús en la tumba, pero no pudo. Aquí Dios no tiene ningún
problema para atar a Satanás, y este encarcelamiento no es para castigo, sino
restringirle. Y esto implica que sus hordas demoniacas también están presas.
Por
los mil años del reinado directo de Jesús sobre esta tierra Satanás estaba
atado e inactivo. Pero después de que terminen los mil años, él será liberado y
organizará exitosamente a muchos de la tierra en otra rebelión en contra de
Dios.
Después
de esta batalla abortada, Satanás es juzgado y atormentado por
siempre – junto con la bestia y el falso profeta, quienes fueron echados
al lago del fuego al inicio de los mil años (Apocalipsis 19:20).
La
presencia de la bestia y del falso profeta en el lago de fuego después de los
mil años, argumenta en contra de la aniquilación total. En el castigo eterno,
mil años es únicamente el comienzo. Nunca se acaba. El comentarista John Trapp
pensó que este aspecto del infierno es tan terrible que él lo llamó: “otro
infierno en medio del infierno.”
Satanás fue un
ángel de luz cuyo nombre es Lucifer, él tenía grandes atribuciones en el cielo
pero se llenó de orgullo un día dando así surgió el pecado celestial
ya que se rebeló contra Dios, pues este
quería ocupar el lugar de Dios, en si satanás quiso ser un Dios.
Después
de la rebelión de Lucifer (Satanás) este fue lanzado desde el cielo y cayó en
tierra en donde con su astucia y con el fin de conseguir su propósito hace que
el hombre desobedezca a Dios dando así el surgimiento al pecado terrenal.
Lucifer
o Satanás con el fin de conseguir su propósito no solo se llevó a miles de
ángeles si no que hizo que la humanidad se separara de Dios y es así como
surgen pactos entre Dios y la humanidad con el fin de que esta sea salva y no
tenga el final que tendrá satanás;
desafortunadamente muchas personas al
igual que los ángeles siguen y seguirán a satanás hasta el final y solo
aquellos que acepten los preceptos de Dios podrán ser salvos.